sábado, 5 de julio de 2008

Residencia de Mayores"José Matía Calvo"


Residencia de Mayores “José Matía Calvo”
José Antonio Hernández Guerrero

“Me llamo Adelaida de Negrete, soy de Jerez y estoy contenta porque me siento a gusto aquí y porque, dentro de un rato, vendrán mis hijos a visitarme. ¡Quién me iba a mí a decir -enfatiza- que estaría en un hotel tan confortable como éste, aquí al lado de la Caleta”! Estas fueron las palabras que, sin que le hubiera preguntado, me dirigió esta señora que, entrada en años, ofrecía un aspecto saludable y, sobre todo, unas irresistibles ganas de vivir y de disfrutar de un “clima tan agradable como éste, y de una compañía de gente tan cariñosa”.
Muy cerca de esta tertulia de seis señoras, estaba situada otra de caballeros de los que sólo pude escuchar un ¡ole! que uno de ellos de pelo ensortijado fue incapaz de reprimir cuando escuchó tararear a un enfermera ese cante que empieza “dime por qué tienes carita de pena”. Tras esta visita he llegado a la conclusión de que el paso imparable del tiempo nos enseña a leer la vida con nuevos ojos y a comprobar cómo, simplemente, respirar con libertad puede ser el logro de un ansia suprema y el disfrute de un placer intenso.
Créanme si les confieso que, si me llamó la atención la luz, la limpieza e, incluso, el confort de todas las instalaciones, en especial del jardín, del hall, del patio interior, de los salones, de la sala de televisión, del comedor, de las habitaciones, de la enfermería, del solárium, del gimnasio, de la peluquería, de la sala de visita, del baño geriátrico, de la biblioteca, de las salas de estar y del salón de actos, mucho más me sorprendió esa atmósfera cálida creada por ese puñado de profesionales cualificados que se esfuerzan por transmitir su convicción de que la ancianidad es -puede ser- la época en la que recogemos los frutos maduros y saboreamos los jugos nutritivos de las experiencias más gratificantes de nuestra existencia.
Guiado por la directora, María del Mar Valverde, he comprobado, por ejemplo, cómo la psicóloga dirigía unos ejercicios de estimulación cognitiva, o cómo el fisioterapeuta ocupacional ayudaba a resolver algunos de esos problemas que, a cierta edad, dificultan los movimientos y las actividades de la vida diaria. Me he fijado, con especial atención, en las expresiones serenas de unos ancianos que, situados en la cumbre de sus vidas y con diferentes grados de dependencias, se esfuerzan por desplegar todas las capacidades físicas y mentales para seguir creciendo y para interpretar, comprender, valorar, disfrutar y vivir plenamente en el mundo actual. Y es que, como me decía una señora de muy buen ver, “nosotros aquí nos divertimos, jugamos, vamos de visita y de excursión, organizamos fiestas y hasta una caballada con los vecinos del barrio del Barrio Balón”.
En mi opinión, el esfuerzo económico y humano que desarrolla la Diputación Provincial y, en concreto, las actividades que lleva a cabo la Diputada de Igualdad, Margarida Ledo Coelho, constituyen unos testimonios elocuentes del compromiso que las instituciones públicas han adquirido de atender a los ciudadanos que, debido a las limitaciones físicas y funcionales de la edad e, incluso, al aumento de vulnerabilidad en este tramo final de la vida humana, necesitan una ayuda complementaria y especializada con el fin de que, en la medida de lo posible, se aligere o se retrase el proceso de inevitable degradación biológica y mental, y para que logren que esta etapa de nuestras vidas sea, incluso, más fructífera y más placentera que las anteriores. Como me decía al despedirme Loli García Carrillo, la eficiente trabajadora social, “no podemos olvidarnos de que, si tenemos la suerte de sobrevivir, todos vamos a necesitar de estas ayudas”.





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